Desde 1975, dos veces al año, adelantamos o atrasamos el reloj una hora. Este año se producirá la transición al horario de invierno en la noche del 24 al 25 de octubre de 2015. Este cambio, implementado tras la crisis del petróleo de 1973, tiene como objetivo ayudar a los consumidores a ahorrar energía. De este modo se reducen las necesidades de iluminación ya que la luz natural se hace cargo durante las horas de actividad.
Las cifras proporcionadas por el Ministerio de Ecología muestran un ahorro de más de 440GWh. Este consumo corresponde al de 800.000 hogares en Francia ya una reducción de 44.000 toneladas de CO2. Estas emisiones tóxicas podrían reducirse a 100.000 toneladas para el año 2030. Sin embargo, esta cifra es actualmente muy cuestionada. Es cierto que el horario de invierno o de verano permite ahorrar energía, pero de una forma menos evidente que cuando se introdujo.
1. Una economía limitada
2. Una cuestión política y económica
Una economía limitada
De hecho, con el tiempo han aparecido en el mercado lámparas de bajo consumo y diodos emisores de luz. Como resultado, su tecnología eficiente y de menor consumo energético ayuda a reducir el consumo, haciendo menos marcados los ahorros ligados al cambio de horario. La energía solar también ha invadido el mercado.
También hay un gran aumento del consumo de calefacción por la mañana a principios de primavera. Habiendo ascendido el día, los activos están listos y preparándose. Sin embargo, la temperatura a principios de abril no permite, por ejemplo, lavar sin usar un modo de calefacción. Si bien el horario de verano permite reducir la electricidad por la noche, aumenta el uso del aire acondicionado.
Una cuestión política y económica
Si efectivamente los ahorros de energía son menos evidentes que antes, lo cierto es que el Estado aplica una política encaminada a reducir el consumo para todos.
La población apuesta cada vez más por una actitud responsable. Así, y por razones puramente económicas en primer lugar, adopta acciones responsables. Las luces se apagan cuando las habitaciones están desocupadas y los electrodomésticos y los sistemas de calefacción están programados para funcionar solo durante las horas de menor actividad. Y aquí es donde podemos ver que la adopción de un horario doble en el año jugará un papel positivo.
Los usos térmicos también parecen indicar que el cambio de hora podría tener un impacto en el consumo de los hogares. Esto requeriría la generalización de los sistemas automáticos de regulación de la temperatura: la instalación de sondas y cualquier modo de control destinado a respetar las consignas calóricas.
La transición al horario de invierno o verano sigue siendo muy controvertida. También se le acusa de alterar los ritmos biológicos, además de no conducir a un ahorro realmente concluyente. ADEME (Agencia Francesa de Medio Ambiente y Gestión de la Energía) actualiza periódicamente sus evaluaciones para considerar la relevancia de mantener este cambio de hora. Parecería que las ganancias totales de energía son concluyentes a largo plazo.